Superar una infidelidad

Por 28 julio, 2016Blog

Cómo superar una infidelidad

El día que volví a nacer fue cuando me desperté junto a quien había sido mi pareja de toda la vida, que simplemente me miró a los ojos y me dijo “no puedo casarme” a semanas de la boda. Poco después supe que llevaba tiempo engañándome.

Según la experiencia y las conversaciones que he tenido con otras personas, a todos nos gusta saber los detalles de otras historias de infidelidad para ver que no estamos solos, que lo que nos han hecho no es un dolor exclusivamente nuestro, para saber que hay esperanza. Pero al final los detalles dan igual, y es en esto último en lo que me quiero centrar… en la esperanza.

En que la vida no acaba aquí, a pesar de que lo parezca. Estamos rodeados de ejemplos de personas que han sufrido y lo han superado. No somos los únicos, y nuestro caso no es el más grave. He aprendido a vivir sola, a disfrutar de mi compañía, a quererme. He entendido que todas las personas de mi vida están de paso. Todas. Nadie me va a durar siempre. Se irán por voluntad propia o porque la naturaleza sigue su curso. Y si no, me iré yo antes. Y no pasa nada. Algunas sé que se quedarán mucho tiempo. Otras han venido para enseñarme algo y luego se han ido. Esto es así, siempre ha sido así y siempre será así. Pero hay alguien que va a permanecer en mi vida. Alguien que me va a acompañar en cada momento de cada día de mi existencia. Alguien con quien me iré a dormir todos los días, me despertaré todos los días, me ducharé todos los días, comeré todos los días, lo pasaré bien y lo pasaré mal… y esa persona soy yo misma.

El mundo exterior va a seguir girando, pero cómo lo veo yo va a depender de la relación que tengo conmigo misma. El paraíso y el infierno los llevo dentro… ¿en cuál quiero pasar más rato? ¿cómo quiero llevarme con mi propio yo? ¿qué quiero enseñarle? ¿cómo quiero que vea e interprete las cosas, los sucesos, los comportamientos, el mundo? Me senté y empecé a escucharme. A mirarme y a mirar por mí. A recibir los mensajes de qué quiero, qué necesito, qué cosas pueden acercarme lo máximo a la felicidad. Y las cosas fueron pasando.

Pero todo empezó por ser capaz de estar 15 minutos en el sofá viendo la tele sin morirme de pena por no estar acompañada. Pasado un tiempo, y también por otra experiencia dolorosa que pasé, decidí que había hecho muchas cosas positivas por mí pero que era hora de ponerme en manos de un profesional, puesto que yo había hecho lo que había podido, pero a la vez estaba fosilizando malos hábitos. Ojalá no hubiera esperado tanto.

Mi problema tenía que tener solución, puesto que objetivamente podemos ver que en este mundo estamos rodeados de gente que ha pasado por cosas como esta, y cosas muchísimo peores, y las han superado. Y yo había pasado por esto y había seguido adelante con mi vida en muchos aspectos. Yo iba a poder conseguirlo. Así fue como confié mi salud mental a Silvia, que me ha enseñado muchas cosas a nivel cognitivo (cómo reemplazar mis pensamientos por otros más adecuados – psicología cognitiva) y también a nivel conductual (cómo actuar – acciones saludables para cuerpo, mente y espíritu), me ha cuidado mucho y ha supuesto un cambio en mi vida que nunca podré agradecerle lo suficiente. Entender mi situación en términos psicológicos ha supuesto para mí ser capaz de distanciarme de mi yo más irracional y ver que, efectivamente, hay una solución para cada problema, y que solo hay que tener buena actitud y buena ayuda. Lo segundo ya lo tenía, y lo primero estaba también, pero con algunas recaídas en irracionalidades centrándome en recuerdos y emociones que eran resultado de los mensajes negativos que me mandaba a mí misma.

Poco a poco fui entendiéndolo todo y teniendo cada vez mejor actitud, pudiendo enfrentarme al problema con humor y hacer ejercicios como por ejemplo ver fotos sin estar mal durante días como consecuencia. Hoy en día puedo decir que toda mi vida anterior, toda mi vida con esta persona, la recuerdo como si alguien me la hubiera contado, como si no fuera mía. Como si yo hubiera estado fuera de lugar en todo momento. Como que yo no pertenecía ahí y nunca pertenecí. Y toda mi vida a partir de ese día se ha llenado de proyectos y de situaciones que ni siquiera planeé y que me llevaron a ser la persona que soy hoy. Y lo que es mejor… me han llevado a la persona que seré, a una vida mucho mejor, a ser una persona mucho más serena y que se conoce más a sí misma.

Animo a todo el mundo a buscar ayuda y a iniciar una existencia renovada. La felicidad está dentro de nosotros, y con la guía adecuada, el camino se hace mucho más llevadero y podemos hasta disfrutarlo. Vale la pena trabajar por alcanzar un yo liberado y en paz. ¡A por todas!

Ilustración: M. Seguí

M.G (30 años)

 

Si este también es tu caso, has sufrido una infidelidad, es posible aprender a sobreponerse y volver a empezar de forma renovada.

¡Vuelve a disfrutar de tu vida!

Primera toma de contacto gratuita

Tel. 963326238