
Psicología e Inteligencia emocional
Las emociones son respuestas que nos llevan a la acción, nos vienen de serie, pues tienen una función de supervivencia en el ser humano. Que nazcamos con ellas es una cosa, pero que sepamos entenderlas y controlarlas es otra muy diferente. Nuestro temperamento y nuestras experiencias marcarán de forma crucial nuestra inteligencia emocional.
Las emociones desagradables tienen una función importante
A todos nos gusta sentir alegría, amor, motivación, entusiasmo, compasión, y así muchas otras emociones tan agradables y gratificantes que nos hacen sentir tan bien. Éstas nos llenan de energía y revitalizan nuestro cuerpo y mente, cargándonos las pilas para todas aquellas metas y objetivos que nos propongamos.
Sin embargo, en la otra cara de la moneda están las emociones más desagradables, dolorosas e incómodas de sobrellevar. Estas emociones tienen también una función en nuestras vidas.
El miedo
El miedo sirve para ponernos en alerta y estar preparados para la huida o la acción. Sentir ciertos niveles de ansiedad nos permite una forma física y mental que nos capacita para afrontar cualquier situación que exige toda nuestra atención, concentración y mejor aptitud física en ese momento. Por ejemplo, si alguien nos persigue por la calle, la velocidad con la que correremos para escapar será gracias a la ansiedad. También la concentración para un examen o la fuerza para una proeza deportiva será gracias a este estado de alerta.
La tristeza
La tristeza en cambio, es el estado emocional que aparece ante las pérdidas y reveses en la vida. Este estado nos repliega dentro de nosotros mismos, disminuyendo nuestra energía y aumentando el cansancio. Esto hace que por un tiempo nos apartemos y miremos hacia dentro, lo cual facilita con el tiempo la aceptación y nuestra restauración personal.
Enfado
El enfado, es una respuesta enérgica que se activa ante situación donde aparece una posible amenaza, ya sea esta física o emocional.
Como te estarás dando cuenta, todo aquello que sentimos tiene una función en nuestras vidas.
Pero si esto es así:
¿por qué nuestras emociones también son las causantes de aguarnos muchas veces la vida, hasta el punto de poder desestabilizarnos hasta límites insospechados?
La respuesta está en aprender a poner inteligencia a nuestras emociones. Comprender nuestras emociones y saber controlarlas es todo un reto.
Empecemos con algunos conceptos sobre las emociones más “aguafiestas” para entendernos mejor:
Reacciones incomprensibles
A lo largo de tu vida se han producido experiencias que han hecho que se asocien situaciones, personas, lugares, a determinadas emociones (miedo, tristeza, inseguridad…). Y por este motivo y de manera no consciente te das cuenta de que en situaciones presentes reacciones con emociones que no comprendas y que te dificultan la vida en esos momentos. Quizás te des cuenta y tu razón te diga que no tiene sentido lo que sientes, que no lo comprendes, pero sin embargo la emoción incómoda y desagradable aparece cada vez una y otra vez en ese momento.
Es el caso, de una fobia o una persona que se pone muy nerviosa ante la situación de tener que hablar con figuras de autoridad, porque en el pasado tuvo experiencias negativas en la escuela con algún profesor que la ridiculizó y de lo que ella ni siquiera es consciente en el presente.
Emociones bajo control
Las emociones cumplirán su papel siempre y cuando estén bajo tu control. Controlar las emociones significa tener herramientas para saber cómo dosificarlas en el momento en que aparecen. Las herramientas podemos aprenderlas: éstas pueden ser entrenadas para que acaben formando parte de nuestro repertorio. La clave para tener una emoción moderada y adecuada a la situación, es poner en tu mente un pensamiento adecuado a la realidad. Cuanto más catastrófico sea tu pensamiento, más alta será tu emoción. Esta ecuación no falla.
Evita censurarte
Muchas veces aparecen emociones que no nos hacen sentir bien, y no las aceptamos, las censuramos y entonces aparecen otras emociones más crueles y devastadoras como la culpa y la no aceptación hacia nosotros mismos y a lo que sentimos. Es importante que entiendas que nuestra mente nos habla todo el tiempo y ésta trae pensamientos involuntarios muy variopintos y en ocasiones muy desagradables. Ante esto automáticamente aparecen emociones dolorosas que te hacen daño y a su vez acaban retroalimentando ese circuito negativo. Lo que tienes que entender es que no podemos evitar los pensamientos involuntarios desagradables, esto es algo automático que nos pasa a todos los seres humanos, y por ello no eres “culpable” de que te pase eso. La clave es saber que puedes elegir los pensamientos que quieres poner en tu mente. Un pensamiento desagradable traerá una emoción desagradable intensa y duradera, eso es automático. Pero ¿qué pasaría si tú eligieras lo que quieres pensar?. Pues efectivamente, al poner en tu mente un pensamiento más agradable y adecuado a la realidad, entonces tendrías una emoción más moderada y no tan desagradable: esa es la clave.
Quizá pienses que no es posible hacer eso, sin embrago te diré que todos los días enseño a mis clientes en mis talleres de inteligencia emocional a hacerlo y tengo pruebas para decirte que es posible.
Tú no eres lo que sientes
Los seres humanos sentimos muchas cosas, las emociones vienen y van, suben y bajan. No confundas la realidad con lo que sientes. No te conviertas en alguien que depende únicamente de lo que siente. Aprende a ver lo que sientes como el resultado de cómo piensas y no la forma que tiene la realidad. Esfuérzate en mirar hacia dentro y darte cuenta de cómo es tu pensamiento. Si este es adecuado a la realidad, tus emociones te ayudarán a tomar mejores decisiones y a sentirte mejor contigo mismo y con los demás.
Crecimiento personal a través del sufrimiento
En los últimos años hemos oído mucho acerca del crecimiento personal, avanzar hacia una versión mejorada de nosotros mismos, y cosas similares. Desde mi punto de vista, el dolor y el sufrimiento en momentos puntuales de la vida -pero no entendido como algo cronificado en el tiempo- tiene una función de mejora en nuestro ser interior. Quizá lo hayas experimentado ya. Muchos de mis clientes tras un proceso de dolor interior por situaciones difíciles de la vida, han podido avanzar en asignaturas tan complicadas como el desarrollo de la paciencia, la humildad, el perdón, el sacrificio, la aceptación, reconciliación y otros muchos frutos que ha traído ese viaje.
Y recuerda, ¡cada día renueva tus pensamientos porque ellos son la fuente de tu vida!. (Proverbio Bíblico)