
Fatiga pandémica es la palabra que suena en los medios de comunicación para referirse a los efectos emocionales que vamos sufriendo todos como consecuencia de esta situación COVID.
Este estado de fatiga depende mucho de la situación de cada persona. En las personas más vulnerables física y emocionalmente el desgaste será mayor.
Esta realidad que ya va para un año, nos ha traído un devastador marco social, sanitario y económico desconocido para las recientes generaciones, y ahora nos toca aprender a gestionar muchas cosas desagradables y feas que están presentes y nos bombardean de manera continua, todo ello unido a las limitaciones, restricciones sociales y de movilidad, que nos quitan la mayor parte de la salsa de la vida.
Esta nueva realidad nunca antes vivida para nosotros, nos pone en un contexto que estimula y dispara pensamientos, emociones y comportamientos que tendremos que gestionar. No es nada fácil, lidiar con el desánimo, la tristeza, la frustración, el dolor, el miedo, la incertidumbre, la ansiedad y muchas otras emociones desagradables que de manera ahora casi continua y crónica aparecen en nosotros. Es cierto que en muchos momentos de nuestra vidas y por muchos motivos hemos experimentado estas emociones aguafiestas, pero lo cierto también es que manejar esas emociones ha podido ser menos complejo en un contexto social, económico y sanitario estable y favorable.
Ahora y en el mejor de los casos si estamos sanos y tenemos trabajo somos unos privilegiados. Sin embargo y a pesar de ello, la mayoría de nuestros refuerzos positivos (relaciones sociales, eventos, abrazos, viajar, y en definitiva la diversión y la libertad) se han quedado congelados en el tiempo y además son muchos los “inputs” negativos que nos están influenciando a diario. Vuelvo a repetir que en el mejor de los casos vamos del trabajo a casa y de casa al trabajo, para algunos ni eso, el teletrabajo hace que estemos en casa la mayor parte de la semana, hacemos la compra, tareas de casa, educamos a nuestros hijos, tratamos de mantener a flote nuestra vida sexual y de pareja, además de lidiar con nuestros particulares retos, dificultades emocionales y demás cargas.
Ante tal contexto, es lógico que a veces queramos tirar la toalla y nos dejemos llevar por nuestras emociones desagradables, como si fuéramos medusas que se mueven a merced de las corrientes de mar. Sin embargo me gustaría compartir contigo algunas reflexiones y actitudes que me ayudan en mi día a día.
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Equilibra tu vida.
Al levantarte con un nuevo día visualiza o proyecta en tu mente como quieres que sea tu día. A mí me funciona buscar cierto nivel de equilibrio, ¿cómo organizo mis obligaciones?, ¿en qué orden las pongo?. ¿A qué hora me pongo el deporte?. Escribir en una libreta lo que quiero hacer ayuda a estructurar mi mente y a tomar mejores decisiones (no poner demasiadas cosas en un mismo día y separar las urgentes de las importantes).
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Bendito deporte.
Sí y sí, tras cada sesión de ejercicio experimento un “chute” de energía y optimismo y eso me facilita para enfrentarme a mis obligaciones. Como reza la famosa frase latina, pienso mejor en un cuerpo más sano.
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Enfócate en lo positivo que te rodea a diario.
Sin duda este marco en el que vivimos nos recuerda constantemente todas las cosas dramáticas y tristes que pasan, pero ¿quieres estar casi todo el tiempo enfocado/a en ello?. Toma la determinación de elegir poner el foco de tu atención en las cosas buenas que rodean tu vida. Estoy segura que puedes hacer un listado de todas ellas y repasarlas de manera consciente al levantarte. Hazlo y verás que no te quedará otra que empezar a agradecer por todo ello. Practicar el agradecimiento es la forma más potente de alejar la queja de tu mente y estimular las hormonas de la felicidad. Pruébalo.
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Practica el presente.
Hace un tiempo leí una frase que me encantó: “hay dos días de la semana que deberías olvidar: ayer y mañana”. Hoy es lo único que tenemos, lo que estés haciendo en este momento es lo importante. Trata de estar presente en lo que haces en cada momento y comprobarás que hasta puedes disfrutar de cosas que ni te imaginabas. Eso alejará emociones desagradables que se disparan cuando viajamos al pasado o al futuro. Demasiado pasado te llevará a la añoranza, melancolía y exceso de tristeza, y demasiado futuro te llevará a niveles más o menos intensos de ansiedad.
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Refuerza los lazos con aquellos que te rodean.
Que tener buenas relaciones con los demás es importante, es algo que sabemos, pero ni que decir en esta dura etapa que atravesamos. Lo cierto que la convivencia es ahora intensa, ya que pasamos más tiempo en casa toda la familia y ello no siempre se hace fácil. Pero te diré algo, tomar como un desafío asumir a diario la responsabilidad y el compromiso de esforzarse a dar lo mejor de ti, en cuanto a paciencia, respeto y amabilidad es algo que te ayudará a mantenerte enfocado. ¿Te has parado a pensar lo gratificante que supone cuando degustamos la armonía y la paz familiar siendo tu esfuerzo gran parte de lograr ese estado?. Piensa a diario que actitudes ayudaran al conjunto de tu familia a estar relajada, optimista y estable. Mantenerse orientado a este objetivo te ayudará a sentirte más motivado y animoso/a.
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Tiempo de recuperar cosas que te gustaban y habías dejado o empezar otras nuevas.
Algo bueno en estas circunstancias es sin duda, poder recuperar algunas actividades, o hobbies que por falta de tiempo en otras etapas hemos abandonado. En mi caso retomar el running ha sido un acierto, hacer deporte y de paso conectar con espacio abiertos naturales siempre despiertan mis hormonas de la felicidad. También me he dado cuenta que iniciar actividades como manualidades o cocinar cosas que antes por falta de tiempo o altos niveles de estrés no hubiera hecho, también ha contribuido a mi estabilidad. Así que, abre el baúl de tus recuerdos y piensa que te podría ayudar a ti.
Esta situación pasará, pero lo que hayamos aprendido durante este tiempo perdurará y lo habremos incorporado a nuestra caja de herramientas que es nuestra personalidad para el resto del viaje de nuestra vida. Así que te animo a que te mantengas aprendiendo a diario.